Al gobierno de Milei le va muy mal. La economía no va bien, acaba de perder en Corrientes y en la provincia de Buenos Aires, y los miembros del gobierno se dedican todo el día a la interna patética entre miembros del mismo. En términos de corrupción, las cosas van de mal en peor. El caso Libra y el de los audios solo traerán malas noticias, y Milei no fue capaz de echar a nadie después de la derrota. La dependencia de Milei con su hermana, ex tarotista, es ya un problema de Estado. Karina Milei es una persona bruta y carece de ideas. Además, llenó el gobierno de corruptos, lo cual hace pensar que a ella también le gustaría el dinero fácil, y Milei tiene una dependencia emocional muy grande con ella. Suele ser difícil congeniar la política con los problemas psicológicos de las personas y se ve, a todas luces, que hay algo enfermo en esa relación. La política es un lugar muy mediocre, por eso hemos visto a tanta gente hablando de “la jefa” y rindiéndole pleitesía a una señora que lo tendría complicado para ser repositora de supermercados, y es la persona con más poder en la Argentina porque maneja al presidente. Haciendo un juego de roles, Milei parece Isabel Perón y Karina podría ser López Rega. El sometimiento voluntario a personas sin virtudes políticas suele terminar mal. Milei no va a echar a su hermana y su hermana lo condena a perder elecciones y a tener un gobierno corrupto y mediocre.
Cuando hay un escenario así, muchos peronistas encienden la máquina de voltear gobiernos. Empiezan hablando de las dificultades del pueblo y crean un clima sacando a sectores a la calle, cuyo fin suele ser desestabilizar al gobierno.
Después de la derrota del gobierno en la provincia de Buenos Aires, alguna gente de la política y de los medios empezaron a buscarle virtudes a Kicillof. Es importante decir que Kicillof no tiene ninguna virtud. Es el peor gobernador de Buenos Aires de la historia democrática argentina. Ha logrado destronar al mileísta Daniel Scioli como peor gobernador. Cuando estuvo en Economía hizo todos los desastres posibles. El más destacado fue la estatización de YPF. Argentina perdió más de 40.000 millones de dólares por su ineptitud, y todavía hay juicios que seguramente Argentina perderá y se deben a malas decisiones de Kicillof. La situación es complicada porque el gobierno es malo, pero un golpe peronista sería una catástrofe. Milei tiene que aferrarse a los sectores políticos republicanos, a quienes insultó y maltrató cuando creía que insultando a votantes y a dirigentes iba a llegar lejos. Es difícil, pero no tiene muchas alternativas, ya que abrazarse al kirchnerismo siempre sale muy caro.
Hay elecciones en octubre y los candidatos del gobierno empiezan a ver, con pavor, que la victoria fácil que creían tener hace un par de meses es ahora un camino horrible donde pierden votos todos los días. No es casual que Patricia Bullrich empiece a hablar de Macri. Esta gente necesita fotos con gente normal luego de meses de alardear que se llevaban el mundo por delante de la mano de idiotas y de facinerosos políticos. No tienen ninguna alianza política buena. En todos lados se juntaron con lo peor y, cuando hablaron con dirigentes normales, como los del PRO, la negociación la llevó Karina y usó la lógica del sometimiento. No hicieron una alianza, jugaron a absorber a los aliados.
El éxito en la política argentina dura muy poco. El mileísmo, como todos los populismos, creyó que el poder duraba para siempre. Ahora les toca agachar la cabeza y pedir disculpas. Han perdido, en poco tiempo, todo encanto y aprecio político. Ahora deberían darse cuenta de que insultar a la gente que los votó no es una buena idea. Llamar “mandriles” o “viejos meados” a los que vienen del macrismo y votaron a Milei en el balotaje es una de las idioteces más grandes que se han visto. La gran duda es si serán capaces de reconvertirse. Enfrente está el peronismo más rancio y corrupto, mostrando los colmillos. Lo normal sería que entren en una etapa de humildad y dejen de agredir, y que empiecen a llamar a los sectores republicanos a dialogar y no a darles órdenes. Eso sería lo normal entre gente normal. Nadie sabe cómo puede reaccionar una fuerza política en la que se mezclan el populismo, la vulgaridad intelectual y los problemas psicológicos.