Así jugaba Gabriel Riofrío, la punta del diamante de la Generación Dorada
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Un adelantado. Por sus características, por su porte, por sus movimientos. Un jugador actual en un tiempo anterior. Así era Gabriel Riofrío. Tan adelantado que hasta se fue antes de tiempo. No por decisión propia, claro… Le podremos echar la culpa al destino, a Dios o a lo que sea… Pero nos quedamos con ganas de verlo seguir haciendo lo suyo dentro y fuera de la cancha. En ambos lugares, un crack.
Nació el 26 de abril de 1977 en Córdoba y tenía el básquet en la sangre, como hijo de Guillermo, una leyenda de las Estrellas Blancas de General Paz Juniors. Pero “Gaby” venía con un plus como jugador.
Medía dos metros y era un alero polifuncional capaz de jugar en las cinco posiciones: desde llevar la pelota como un base (era más fácil ordeñar a un tero que quitarle la pelota) hasta poder defender a un interno rival. Pase, tiro externo, rebote, transición, defensa, volcadas, un primer paso demoledor… Un todólogo.
Era de esos que te hacen sentir que es fácil hacer lo que hacía. Y la realidad marca que muy pero muy pocos son capaces (hoy, con todo lo que evolucionó el juego en relación a 20 años atrás) de hacer lo que él hacía con esa gracia, con esa ductilidad. Era arte: sus pies danzaban, su cuerpo dibujaba con sus movimientos, su talento esculpía básquet. Él no estaba hecho para el básquet. El básquet estaba hecho para él.
Fue un “baby face killer”… Si se lo proponía, te asesinaba. Con esa carita de nene, con esa mirada noble, con esa sonrisa tierna… “Daban ganas de llevártelo a la mesita de luz”, dijo alguna vez Sergio Hernández.
Capaz de todo
Patricio Prato fue compañero de “Gaby” en la selección de Córdoba y en el glorioso Atenas 1997-1998, el que terminó tercero en el McDonald’s Championship y fue campeón de la Liga Nacional barriendo a Boca 4-0 en el Luna Park. Desde Italia, “Tortuga” describió a Riofrío: “Era un jugador moderno. Podía jugar de externo, con la altura que tenía: picaba bien, tiraba bien, leía el juego. Era un jugador de los que se ve ahora y de los que se buscan ahora. Un externo de dos metros… Seguramente, un sueño para cualquier entrenador. En cualquier equipo, ‘Gaby’ podía hacer realmente todo”.
Y destacó en su contacto con Mundo D: “Era un talento impresionante y fue la punta del diamante de una camada que después le dio tantas cosas a Argentina. Fue un adelantado a aquellos tiempos”.
En la Liga Nacional, Gabriel jugó 300 partidos, con una media de 5,9 puntos, con las camisetas de Banco Córdoba (debutó el 26 de enero de 1993), Gimnasia de Comodoro Rivadavia (1993-1994), Andino de La Rioja (1994-1997), Atenas (1997-1998), Estudiantes de Olavarría (1998-1999) y Estudiantes de Bahía Blanca (desde 1999).
Además, “Gaby” fue parte de la camada que luego se convirtió en la Generación Dorada. Riofrío integró la selección argentina que salió cuarta en el Mundial Sub 22 jugado en Australia en 1997, con “Pepe” Sánchez, “Manu” Ginóbili, “Leo” Gutiérrez, Luis Scola y Fabricio Oberto, entre otros.
De hecho, Fabricio siempre tenía una remera con el rostro de “Gaby” en diversas celebraciones deportivas que le tocó transitar. Riofrío también fue campeón con Córdoba, en el recordado Campeonato Argentino jugado en San Francisco, con Marcelo Milanesio y “Pichi” Campana, entre otros.
La selección de Córdoba campeona en 2000, con Prato, Campana y Riofrío. (La Voz/Archivo)
De exportación
Oscar Sánchez dirigió a Riofrío en Andino y recordó para Mundo D: “Si lo veías sin ropa de práctica, dirías: este chico es un galán. Esa altura, esas facciones, esos cachetes rojos, esos ojos y esa sonrisa eran para que lo identifiquen así a ese bebé gigante”.
A la hora de explicar las condiciones del cordobés, el DT referenció: “En el juego, su talla y biotipo eran de un tres calcado como soñado. Sin embargo, en mi atrevimiento pensando siempre en más, lo ponía de base. Desde sus 2 metros, con cualidades del verdadero polivalente actual, podía jugar desde las posiciones 1-2-3 y 4, pero yo insistía en la posición de armador”.
Además, no dudó en afirmar: “Su elegancia, su dribbling alto y penetración más tiro a distancia daban para un nivel europeo y americano. De buenos gestos y fundamentos, era solo una cuestión de tiempo su crecimiento… Sólo entrenarlo en velocidad y con jugadores más rápidos era el objetivo. Solo tenía que trabajar en eso para llegar a ser NBA”.
A todo eso, se suma el don de buena gente. Su rostro ya lo denotaba. “Lo primero que hay que decir es lo buena persona que era. Era una persona espléndida, fantástica. Fue un placer poder compartir con él la selección de Córdoba o el plantel de Atenas”, resaltó “Tortuga” Prato.
Inesperado
Salvo las tres temporadas que estuvo en Andino, a Gabriel Riofrío le costó encontrar regularidad y eso generó que fuera cambiando de equipo año a año. Pero en la temporada 1999-2000 se sumó a Estudiantes de Bahía Blanca, el equipo de la capital nacional del básquet. Con apenas 23 años, iba por su segunda campaña en ese club y tenía todo el futuro por delante. Su anhelo era terminar de transformar todas sus condiciones basquetbolísticas y atléticas en una realidad a la altura de lo que se sabía podía dar.
Sin embargo, el 7 de enero de 2001 su corazón dijo basta. En medio de un partido ante Libertad, en Sunchales, y bajo un insoportable calor, una muerte súbita sorprendió a Gabriel. Un hecho que conmociona aún hoy por donde se lo mire.
“Gaby”, ante Egipto, en el Mundial Sub 22 Australia 1997. (La Voz/Archivo)
“Cuando pasó lo que pasó yo ya me había ido a Estados Unidos y fue un golpe muy fuerte. Me acuerdo en dónde estaba yo, en un hotel, porque estábamos por jugar de visitante. Me enteré de la noticia y fue muy shockeante y muy difícil el momento por el afecto y el cariño que le teníamos todos en la comunidad del básquet”, contó Prato.
Más allá del doloroso final, “Tortuga” aseguró: “Es siempre lindo hablar de él”. En esa misma línea, “Huevo” Sánchez cerró: “Sensaciones dispares. La belleza de recordar su sonrisa y juego, más la gran e injusta tristeza de su partida tan inesperada me conmueven. Besos en esos cachetes, hijo; siempre con mi familia te recordamos”.
El plantel arribó el domingo a la noche para el partido por Eliminatorias de este martes. Cada jugador se mostró con su tubo personal para contrarrestar la altura de La Paz.
El Cuti Romero bajó del micro con su tubo personal.
La Selección Argentina llegó este domingo a la noche a Bolivia para el compromiso del martes a las 17, correspondiente a la segunda fecha de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026.
Más allá de la posible ausencia de Lionel Messi, la formación y las cuestiones futbolísticas, el principal objetivo del plantel es minimizar el impacto de los 3.600 metros de altura de La Paz, la capital boliviana.
Es por eso que una de las imágenes que más llamó la atención fue el arribo de cada jugador argentino con su propio tubo de oxígeno. La Selección sabe que no es sencillo predecir cómo puede responder el organismo de cada uno para el encuentro en el estadio Hernando Siles.
En el video se puede ver a Messi, en este momento duda para ser titular en La Paz, descendiendo del colectivo detrás de Cristian “Cuti” Romero. El cordobés ex-Belgrano fue uno de los que portaba un tubo de oxígeno de mano.
Además, minutos antes, futbolistas como Alexis Mac Allister y Nicolás Tagliafico mostraron el elemento en sus redes sociales. La falta de aire la suelen experimentar aquellos que suben desde el llano, y la idea es aclimatarse lo antes posible.
El plan de los tubos no es nuevo ni único de la Selección Argentina. Por caso, en las últimas Eliminatorias para Qatar el equipo dirigido por Lionel Scaloni utilizó la misma estrategia, y salió bien. El 13 de octubre de 2020, el conjunto nacional venció 2-1 a Bolivia y cortó una racha de 15 años sin triunfos en la ciudad del Altiplano.
Así son y cómo se usan
Esta vez los argentinos llegaron a La Paz con sus tubos personales, a diferencia de los grandes cilindros que se vieron años anteriores. Permite inhalar a una pureza del 95 por ciento cuando siente la necesidad.
Los tubos de la Selección son de la marca estadounidense Boost Oxygen, que dependiendo del tamaño brindan entre 60 y 200 descargas. De hecho vienen con distintos “sabores”: natural (el que se pudo ver en manos de los futbolistas), menta, pomelo rosado y eucalipto.
Según indica la página oficial del producto, el aire a nivel del mar tiene un 21% de oxígeno y los tubos descargan al menos tres veces más que eso.
Los tubos de oxígeno se utilizan tal cual mostró Mac Allister en sus redes: con la mascarilla debajo de la nariz y cubriendo toda la boca.
Fue 1-0, en el arranque del torneo clasificatorio rumbo al Mundial de 2026. La Selección inició en forma exitosa su camino hacia la cita ecuménica y vivió una fiesta ante más de 80 mil personas.