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De la esclavitud a la autoexplotación: la historia de la ropa que no conoce el Estado
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La primera vez que Eric pasó una noche en cana no había cometido ningún delito. Igual, venía siendo un año complicado para su relación con la Justicia. En los meses previos, la policía había irrumpido varias veces en su casa, donde trabajaba, además, cosiendo ropa para marcas grandes y pequeñas. Se llevaban sus insumos o máquinas y lo denunciaban por esclavista sin esclavos, y solo las devolvían después del pago de una generosa coima.
Esa noche que pasó preso no fue distinta. Entraron a su taller, se lo llevaron preso por tener un “taller clandestino”, y lo soltaron al otro día, porque la causa no tenía ningún asidero. Después, el pedido de coima llegó de más arriba. El mismísimo juez de su causa, para devolverle la tela y las máquinas que la policía se llevó la noche de su detención, le exigió unos 40.000 pesos, a precio del 2014. Ya no tenía esa plata, y Eric tuvo que arrancar de nuevo, trabajando con su familia para recobrar lo perdido.
Los talleres familiares, el origen de la inmensa mayoría de nuestra ropa
Según datos del 2016, el 74% de la ropa confeccionada en el país proviene de pequeños talleres familiares. En general, son familias migrantes que van comprando varias maquinas para satisfacer la demanda de trabajo de las empresas textiles. Estas, por su parte, llevan a cabo los cortes y la comercialización de los productos.
De acuerdo a Eric, que sigue trabajando en el rubro al día de hoy y es uno de los principales referentes de la Federación de Costureros, pero organizado en una cooperativa, el circuito comienza cuando una de estas empresas le realiza un pedido a un “intermediario”. Estos son, en su mayoría, ex-talleristas, que conocen el rubro y a muchas familias dedicadas a la confección. El intermediario, o los intermediarios, dependiendo del tamaño del pedido, comienzan a repartir cortes de tela y trabajo entre los muchos talleres familiares necesarios para llegar a tiempo. Estos últimos viven, muchas veces, en los mismos barrios, reemplazando en ocasiones a fábricas desaparecidas. De esta manera, las marcas se desligan de sus responsabilidades legales sobre la producción, y evitan las grandes pérdidas que a veces les generaban los talleres clandestinos. Si la policía allana un taller familiar, la marca no pierde toda la producción, solo una pequeña parte.
Los talleristas, que pagan el alquiler, las máquinas, la electricidad, la tela y los hilos, se disponen finalmente a elaborar las prendas. Una remera que en el mercado se vende en un rango de precios que va de los 6.000 a los 15.000 a ellos se las pueden pagar a menos de 300 pesos, y las jornadas pueden llegar a las 16 horas diarias, o lo que sea necesario para que la familia sobreviva.
La historia del trabajo textil doméstico en Argentina
La doctora Dolores Señorans, antropóloga especializada en el trabajo textil en Argentina, cuenta que siempre existió este tipo de modalidad en la producción nacional: “Por eso tenemos una ley que lo regula del año 1941”. Señorans explicó: “Siempre hubo una parte del trabajo que las fábricas sacaban afuera. Particularmente, para dos operaciones específicas que son opuestas: las muy poco calificadas, como cortar hilos, emprolijar algunas cositas, o las que requieren mucho dominio como el zurcido o el bordado. Eso recorre la industria nacional, siempre la fuerza de trabajo fue migrante y la mano de obra feminizada”.
Siempre hubo una parte del trabajo que las fábricas sacaban afuera. Particularmente, para dos operaciones específicas que son opuestas: las muy poco calificadas, como cortar hilos, emprolijar algunas cositas, o las que requieren mucho dominio como el zurcido o el bordado
La académica siguió: “Esto fue así hasta los años 70′, cuando comienza la ola neoliberal y con mucha fuerza en los años 90′, con mayor predominancia de los migrantes de países vecinos, Bolivia, Perú y Paraguay. Se incorporan muchos trabajadores a los talleres clandestinos, no estoy de acuerdo con la mirada de la esclavitud, pero eran talleres con un componente de explotación patronal muy claro, y algo de trata de personas con fines de explotación laboral“. Sin embargo, Señorans matiza: “Eso existía, pero conllevó una criminalización y estigmatización sobre cuestiones complejas”.
Desarrolló: “Si vos hablás con los trabajadores, nadie te lo va a describir como que son esclavos, pero había unas formas brutales de explotación patronal, retención de documentos, miedo a salir a la calle, mucha precariedad en los documentos legales con una política migratoria que no acompañaba”.
Con el tiempo, explicó Señorans, “esa dejó de ser la modalidad trabajo dominante en la industria, sobre todo después del 2006”. Ese año, ocurrió una tragedia que marcó la historia del trabajo textil en el país: el incendio de un taller clandestino -donde vivían muchos trabajadores- que terminó con seis fallecidos de entre 3 y 25 años, generó un cambio en la actitud del gobierno porteño y nacional sobre este tipo de lugares de trabajo. Esto, contó Señorans, “generó una mayor dispersión de la fuerza de trabajo, vinculado muchas veces con el mismo patrón trabajando con cada familia, o familia ampliada, en sus casas”. Agregó: “Eso continúa hasta hoy, la cantidad de trabajadores incorporados en fábricas son muy pocos”.
Los reclamos del sector
Esa situación de irregularidad y explotación, con cierto estigma residual de los años de los talleres clandestinos, deja a los trabajadores domésticos textiles en una situación muy precaria tanto frente al estado como sus vecinos. Así se explican los constantes aprietes, los pedidos de coima, las requisas y detenciones que sufren los trabajadores del sector. Trabajan, cuenta Eric, “con la persiana cerrada”, para que no se note su profesión.
Además, la atomización genera verdaderos problemas para negociar precios razonables por el trabajo y evitar situaciones de verdadera explotación, como pagos que no se concretan, relaciones de dependencia con los intermediarios, y los peligros que conlleva tener varias máquinas en una casa.
Juan Echeverri, referente de la Federación de Costureros, afirma: “Es necesario encarar un proceso de regularización, hasta donde se pueda, de estos trabajadores. Se tiene que empezar a aplicar la ley de 1941, que establece un preciario que está bastante bien y regula la relación entre las empresas y lo que son, efectivamente, sus trabajadores”. Por otro lado, plantea otras posibilidades para mejorar la situación: “También estaría muy bien la incorporación a las fábricas de forma oficial, o fomentar el armado de polos textiles, organizados en cooperativas”.
Es necesario encarar un proceso de regularización de estos trabajadores. Se tiene que empezar a aplicar la ley de 1941, que establece un preciario que está bastante bien y regula la relación entre las empresas y lo que son, efectivamente, sus trabajadores
Además, Echeverri reclama un cambio en la mirada del estado sobre el sector: “No pueden seguir mirando a los trabajadores como esclavos o esclavistas. No es esa la lógica hoy en día, y esa visión solo los expone a más persecución y clandestinidad“.
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Tras el golpe por la derrota de Jorge Capitanich en el Chaco y cuando Juntos por el Cambio creía que había paralizado el Congreso, una disidencia en su bloque y una fuerte ofensiva de Sergio Massa permitió aprobar el proyecto de ley para que los trabajadores no paguen impuesto a las ganancias. El proyecto, con media aprobación, ya llegó al Senado. Massa pasó a la ofensiva con una catarata de medidas distributivas y los demás candidatos quedaron en pausa. La oposición macrista respondió con su herramienta preferida y la Cámara de Casación reabrió dos causas contra Cristina Kirchner. A su vez, la UNESCO cortó el relato prodictadura de Javier Milei y de su acompañante Victoria Villarruel al declarar Patrimonio Cultural de la Humanidad al sitio de la Memoria en la ex ESMA. La reapertura de dos causas contra Cristina Kirchner para la realización de los juicios orales busca irrumpir con el mismo circo que hicieron en la de Obras Públicas, donde la condenaron sólo por conjeturas. Las dos causas habían sido cerradas por falta de pruebas. Los camaristas confirmaron así lo que había previsto la expresidenta y lo que vienen anunciando los medios macristas. La persecución judicial a Cristina Kirchner forma parte de la agenda electoral de Juntos por el Cambio.
Es otro hito en una campaña a toda vela, como el escopetazo de Agustín Rossi: “¿De qué trabajás, Villarruel?”, le disparó a quemarropa a la candidata a vice de Javier Milei, en un duelo que opacó a los demás candidatos que debatieron. Hasta que cumplió 46 años y entró como diputada, a Villarruel no se le conoce ningún trabajo anterior. Una persona cuyo primer trabajo, a los 46 años, ha sido como política rentada encabeza las críticas a la “casta política”.
Es difícil saber hasta qué punto los debates de los candidatos tienen efecto. Los que están más politizados no cambian. Y los menos politizados están poco enterados. Pero si realmente tienen impacto, el debate de los candidatos a vice demostró la pobreza de propuestas de Luis Petri, el candidato de Patricia Bullrich, y de Villarruel, la compañera de fórmula de Milei. Petri no pudo explicar bien ninguna propuesta concreta de seguridad y Villarruel quedó atrapada en el tema que la llevó a la política, que es la defensa de la dictadura, en la que participaron su padre y su tío.
Rossi, en su papel de candidato a vice de Massa se movió con más comodidad en un escenario que por lo general no favorece a los oficialismos. Los ataques de Petri y Villarruel fueron obvios y esperados, y Rossi retrucó doblando la apuesta. Rossi se mostró enojado cuando Villarruel a los gritos no lo dejó hablar como estrategia para no responder la pregunta incómoda sobre su trabajo. En vez de presentar propuestas, la oposición se plantó en las críticas sabidas al kirchnerismo. Rossi pudo manejar con facilidad esos ataques, aunque en algún momento se dejó llevar por la bronca, y al mismo tiempo fue más propositivo.
La performance de Rossi estuvo asentada en la hiperactividad de Massa, que en menos de una semana pasó a la ofensiva con una poderosa batería de medidas que, en rigor, tendrían que haber sido aplicadas a lo largo de este gobierno sin especular con el disgusto del Fondo Monetario Internacional. O se enoja el Fondo, o se enoja el pueblo. Es la disyuntiva eterna. Quedó claro en las elecciones de medio término en las que se expresó el malestar en la sociedad. La derecha no se hace problema: resuelve esta ecuación a favor del Fondo y con represión al pueblo. Forma parte de su programa y no lo oculta.
La quita del IVA por decreto, los aumentos de suma fija a trabajadores, jubilados y pensionados, el alivio a los trabajadores que ya no pagarán impuesto a las ganancias, la eliminación de las retenciones a economías regionales y otras medidas configuran un paquete que no tiene el visto bueno del FMI, pero es lo que se espera de un gobierno popular. En el caso de Massa, la eliminación del impuesto a las ganancias ha sido siempre uno de sus caballitos de batalla.
Después de una semana de debatir el rechazo cavernícola del mileísmo a los derechos humanos, como si la Argentina hubiera retrocedido al milenio pasado, la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad al sitio de la memoria de la ex ESMA. No tiene sentido que se vuelva a discutir la negación de las atrocidades de la dictadura, como proponen Milei y su candidata a vice, cuando el país es tomado como ejemplo por las políticas de memoria, verdad y justicia que constituyeron el factor más enriquecedor de la transición democrática en el país.
La decisión de Naciones Unidas con esta declaración poco común, ya que está restringida a unos pocos lugares en el planeta, puso las cosas en su lugar. Los trolls que festejaban a Villarruel y Milei en las redes comieron la torta antes de tiempo, lo cual suele ser peligroso en la política.
En el plano internacional, no han sido los únicos problemas de los falsos libertarios. En su discurso del martes en la asamblea general de la ONU, el presidente de Brasil, Lula Da Silva advirtió sobre las amenazas extremistas que surgen sobre las ruinas que dejan los proyectos neoliberales. Lula se refirió a Jair Bolsonaro y de Donald Trump. Pero en el diálogo posterior que mantuvo con el presidente estadounidense, Joe Biden, expresó la preocupación que hay en Brasil de que en Argentina asuma un gobierno de este tipo.
En el Congreso, Milei respaldó el proyecto para que los trabajadores no paguen impuesto a las ganancias y cuatro miembros del bloque de Juntos por el Cambio rompieron la decisión de no dar quórum. El macrismo priorizó frenar la ofensiva política de Massa y se dispuso a evitar su aprobación, a pesar de que en la campaña del 2015 el proyecto formó parte de la campaña de Mauricio Macri. Puso la política por encima de un reclamo sentido por la sociedad.
En esa misma disyuntiva Milei se vio obligado a votar a favor. De una u otra forma, la propuesta de Massa marcó la agenda del debate y arrebató la iniciativa a los otros candidatos. El radicalismo, que ha logrado ganar en el Chaco, Chubut y Santa Fe y gobierna Mendoza, Corrientes y Jujuy, tomó nota de la caída de Patricia Bullrich en las encuestas y empezó a cuestionar la hegemonía del PRO en Juntos por el Cambio. Antes de esos números que colocan a Juntos por el Cambio como tercero —fuera del ballottage– el radicalismo había sido muy dócil con Mauricio Macri. Habrá más expresiones de rebeldía en el radicalismo, como la que permitió la modificación del impuesto a las ganancias,
Muy golpeado por la interna con Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta partió a Estados Unidos y se desentendió de la campaña. En su entorno consideran que se les dio muy poco espacio en el armado y la única participación relevante fue acompañando a Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires.
La fragilidad de Juntos por el Cambio fue advertida por Macri, que puso huevos en las dos canastas derechistas, lo que desconcertó a sus seguidores y obligó al ex presidente a expresar a desgano su respaldo a Bullrich. La sensación más extendida es que la alianza conservadora estallará si no entra al ballottage, como cantan las encuestas. Aunque Milei cosecha también votos que vienen del peronismo, cada punto que sube, es un punto que baja Patricia Bullrich.
La disputa es cada vez más entre Milei y Massa, aunque Milei bombardea a Juntos por el Cambio porque de allí se alimenta. La batería distributiva de Massa marcó agenda, le hizo ganar unos puntos e instaló en forma contundente su candidatura. Con esa hiperactividad logró romper la imagen de quietisimo y crecer punto a punto. Espera crecer más a medida que los beneficios de estas medidas lleguen a la gente. Massa se impuso primero pasar el ballottage, y luego será otra batalla, otra campaña.

Este sábado, Cristina Fernández de Kirchner reaparecerá en público por primera vez desde la derrota de las PASO y lo hará en el marco de la presentación de la reedición de un libro llamado “Después del derrumbe”. El texto registra un diálogo entre Néstor Kirchner y Torcuato Di Tella en 2003 que la Escuela Justicialista Néstor Kirchner decidió reeditar, a 20 años de su publicación, con el objetivo de encuadrarlo en el contexto electoral actual, en el que observan el resurgimiento de las mismas propuestas neoliberales que en 2001 llevaron a la crisis. La escuela es un espacio de formación de cuadros políticos que ya había estado presente en un acto de CFK, allá por finales de abril en La Plata, cuando el operativo clamor aún estaba vigente y la vice aprovechó para ratificar que no sería presidenta. Ahora, un mes de las elecciones generales y con Sergio Massa como candidato a presidente, esta escuela de formación justicialista volverá a ser protagonista en el marco de la discusión interna que se está dando dentro del peronismo.
La mesa de coordinación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner le presentó a Cristina Fernández de Kirchner la idea hace unas semanas: querían reeditar la entrevista que el sociólogo Torcuato Di Tella le había hecho a Kirchner en 2003, durante la campaña que precedió su llegada a Casa Rosada, y que ella lo presentara. Ella aceptó y se pusieron manos a la obra. La escuela tenía menos de cinco meses, pero, desde entonces, venía trabajando en la edición de un conjunto de tomos denominada “Los esenciales del Justicialismo” –que incluía cinco de las obras troncales del pensamiento del general Perón– y querían aprovechar, en ocasión de los 20 años de su edición original, para reimprimir la conversación entre Di Tella y Kirchner.
“Era un libro que servía para conocer el pensamiento de Kirchner, que era muy desconocido para el público en general por entonces. Y que Cristina le supo dar una vuelta de rosca con su tesis de la Argentina circular en La Plata, sobre volver a estar en una situación de enorme complejidad y que las únicas soluciones que presentan algunos sectores son las mismas que llevaron a una crisis profunda”, analizó Nicolás Trotta, ex ministro de Educación y uno de los impulsores de la Escuela Justicialista NK, junto al dirigente de La Cámpora y secretario Administrativo de la Cámara de Diputados, Rodrigo “Rodra” Rodríguez, la titular de la DGI (y ex cuñada de Máximo Kirchner), Virginia García, la diputada massista, Mónica Litza, el director de ARBA, Cristian Girard y Claudia Bernazza, del Instituto Patria.
Partiendo del análisis que Di Tella hace en el libro sobre la necesidad de renovación del peronismo, la Escuela Justicialista Néstor Kirchner apunta precisamente a repensar al movimiento justicialista en el Siglo XXI. “No puede ser la imagen nostálgica de lo que fue el Siglo XX porque estamos en una realidad totalmente distinta en términos del contexto nacional y la geopolítica internacional. El peronismo tiene siempre que tener una capacidad para reinventarse y representar las nuevas utopías”, sostiene Trotta, quien insiste en que aquel fue el punto por el cual esta escuela de formación de cuadros políticos se pensó en un primer lugar: pensar la agenda del peronismo de esta época.
“Tenemos que tener en claro que el justicialismo ha vivido un enorme retroceso en términos de representatividad y eso demanda plantearse algunos matices para poder generar un vínculo distinto con la sociedad”, destaca quien fue el ministro de Educación durante la primera etapa del gobierno de Alberto Fernández.
La Escuela Justicialista NK tiene, en ese sentido, tres objetivos en cuanto a la formación de sus cuadros políticos. Primero, una formación integral en términos de la doctrina e historia peronista, así como respecto a los principales debates que hay en la sociedad. Son, en total, unos once cursos virtuales –que van desde “Ambientalismo popular” hasta “Historia de las mujeres en el peronismo” o “Integración del Sistema de Salud”– en los que se inscribieron, hasta ahora, más de 10 mil personas.
Hay, después, una segunda dimensión que refiere a la formación de cuadros en la administración pública. Está dirigido a candidatos o a legisladores y concejales –y sus equipos– que quieran capacitarse en técnica legislativa o derecho administrativo. Y, finalmente, hay una tercera dimensión que refiere a una de las columnas vertebrales del movimiento justicialista: el sindicalismo. El objetivo de la Escuela es también formar cuadros sindicales y se prepara para comenzar a trabajar con delegados y dirigentes de la Unión Obrera Metalúrgica, que incluye clases vinculadas a distintas temáticas relevantes para el ejercicio sindical.
Los docentes son tanto profesores universitarios que dan clases en universidades sobre temáticas vinculadas a la gestión pública, como importantes dirigentes políticos del Frente de Todos. La mayoría proviene de las vertientes más kirchneristas, pero también hay varios referentes del massismo: el senador de La Cámpora, Mariano Recalde, la presidenta del Banco Nación, Silvina Batakis, el presidente del BICE, Mariano de Miguel, entre otros.