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El niño prodigio que fue sabio hasta el final
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hace3 añosel
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Albrecht von Haller (1708-1777) fue un niño prodigio, y mucho más que un niño prodigio, porque prolongó hasta el último de sus muchos días su portentosa inteligencia.
Como Mozart, fue la más perfecta refutación de esa teoría que postula que los niños prodigios se frustran al atravesar la adolescencia.
- A sus 4 años, Albrecht reunía a la servidumbre de su hogar y, Biblia en mano, realizaba sorprendentes exégesis de sus libros más difíciles.
- A los 5 años, anotó en un grueso volumen todas las palabras nuevas que leía o escuchaba.
- A los 9, compiló dos diccionarios, uno griego y otro hebreo, con millares de palabras, sus sinónimos y hasta con sus etimologías.
- A los 12, escribió una ardua gramática caldea y un torrencial resumen de las 2.000 biografías que llevaba leídas.
Por entonces, había descubierto dos nuevas y fascinantes aventuras intelectuales: las matemáticas y la poesía.
Refutó, de paso, la mayoría de los postulados matemáticos de Descartes y a continuación narró en un extenso poema épico (unos 4.000 versos) la historia de su patria: la Confederación Suiza.
Además, como pasatiempo, escribió centenares de poesías en latín, griego y alemán.
Por cierto, a los 15 años ya había traducido métricamente a Ovidio, a Horacio, a Virgilio, y enriquecido su bibliografía con numerosos dramas y canciones…
El loco del reloj
Con riesgo de su vida, salvó todos sus manuscritos cuando se incendió su casa, pero a sus 21 años, en un rapto de extrema autocrítica, los quemó a todos.
Es que comenzaba a dedicarse a la medicina: en 1729 se graduó como médico en la Universidad de Leiden (a los 16 años había ingresado en la Universidad de Tübingen, pero disconforme con su nivel académico se trasladó a la ciudad universitaria holandesa).
En el primer año de ejercicio de su profesión inició un diario donde anotaba las enfermedades de sus pacientes, los tratamientos que les indicaba y las fórmulas magistrales de sus recetas.
Brevemente, estaba inventando las modernas historias clínicas, cuyo precursor elemental fue ciertamente Hipócrates.
Su siguiente paso fue comprar un cronómetro y tomar las pulsaciones de cuanta persona se cruzara en su camino.
“El médico loco del reloj”, como le llamaban sus conciudadanos de Berna, cotejó los registros y enunció un principio que permite a los galenos determinar la fiebre sin necesidad de utilizar el termómetro: cuando el corazón late a 92 pulsaciones por minuto, se está en los umbrales de la aparición de la fiebre.
Maravillas de la vida
Su enorme inteligencia no simpatizaba con lo políticamente correcto: su gran trabajo científico de búsqueda de investigación y difusión –una enciclopedia médica, quirúrgica y anatómica que escribió durante 31 años– fue publicado bajo el nombre de Bibliotheca Medica, aunque, en passant, ensalzaba los méritos del despotismo, de una monarquía restringida y de un gobierno aristocrático republicano…
Entre sus muchos descubrimientos, establecer la distinción entre tejidos sensoriales e irritables: demostró que la irritabilidad, la capacidad de contraerse al tacto, es una propiedad de todos los tejidos vivos, mientras que la sensibilidad queda limitada a los tejidos que disponen de nervios.
Las visitas a sus pacientes tuvieron un valor supramédico: llevaba consigo libros, y les leía y comentaba textos acerca de los misterios de la fe y de las maravillas de la vida.
De camino entre una y otra visita, ocupaba su tiempo trazando curvas matemáticas.
Era aficionado a las extensas caminatas y regresaba a su hogar trayendo brazadas de hierbas.
De las 2.500 especies vegetales conocidas en su tiempo en Suiza, más de 500 fueron descubiertas por él.
En sus vacaciones escalaba montañas, y como corolario de una de esas excursiones regresó con el extenso poema Die Alpen, despachado en 490 hexámetros.
El prestigio
A los 28 años fue incorporado al claustro de profesores de Tübingen, donde se relacionó con Hermann Boerhaave, una eminencia como médico y fabricante de cerveza, quien le perfeccionó en fisiología, química y botánica. Y de paso siguió cursos con el mejor anatomista de la época: Bernard Albinus.
Su próxima etapa fue Göttingen, donde permaneció 17 años, y a la que enriqueció con un magnífico jardín botánico, cuyo esplendor puede admirarse en la actualidad.
Además, fundó allí un anfiteatro, un museo de anatomía, una escuela de obstetricia y un mensuario, el Göttingische gelehrte Anzeigen, que dirigió y escribió en su casi totalidad: más de 12.000 artículos que abarcaban todas las ramas del conocimiento humano.
En 1745 regresó a Berna; estudió abogacía y trabajó como escribano. Era tanto su prestigio como médico y abogado que se presentó a elecciones para designar alcalde y las ganó como en un plebiscito. Ejercerá el cargo hasta 1753.
Mientras seguía los debates del consejo municipal, estudiaba.
En cierta oportunidad, un edil le reprochó su descortesía de leer mientras se discurseaba. Albrecht dejó a un lado el libro y repitió, palabra por palabra, todos los discursos y debates de la sesión. De su paso por la función pública quedaron centenares de proyectos, tres novelas y… más de 13.000 cartas escritas personalmente por él.
A comienzos de 1750, su salud declinó y debió interrumpir su prodigiosa actividad. Los intensos dolores que padecía le indujeron al consumo de opio: fue el precursor en Europa del estudio de los efectos analgésicos de ese alcaloide.
El 17 de diciembre de 1777 se sintió morir y, sabio hasta el fin, se tomó el pulso mientras su vida se apagaba lentamente. “Ya deja de latir”, fueron sus últimas palabras.









INTERNACIONALES
Un petrolero averiado paraliza el tráfico en el Canal de Suez

EL CAIRO (AP) — Un petrolero se averió el domingo en el Canal de Suez, en Egipto, lo que interrumpió el tráfico por el importante paso navegable, según un vocero del canal.
El Seavigour, con bandera de Malta, sufrió un fallo mecánico en el kilómetro 12 (7,5 millas) del canal, señaló George Safwat, vocero de la Autoridad del Canal de Suez.
La autoridad del canal desplegó tres remolcadoras para mover la embarcación y permitir que pasaran otros barcos, señaló.
El petrolero formaba parte del convoy norte, que recorre el canal desde el Mediterráneo al Mar Rojo, añadió.
El Seavigour, construido en 2016, mide 274 metros (899 pies) de largo y 48,63 metros (159 pies) de ancho, según MarineTraffic, un servicio de rastreo de barcos.
El incidente del domingo era un nuevo caso de un barco que se quedaba bloqueado en la crucial ruta. Varios barcos se han varado o averiado en el canal durante los últimos años.
El 25 de mayo, un carguero con bandera de Hong Kong bloqueó brevemente el canal. El 5 de marzo, un barco matriculado en Liberia se quedó varado en la zona de dos carriles del paso. Los dos barcos fueron reflotados horas más tarde.
En marzo de 2021, el Ever Given, un gigantesco barco de contenedores con bandera de Panamá, chocó contra una orilla en un tramo de una dirección del canal, lo que bloqueó el canal durante seis días y trastocó el comercio global.
El canal, que se inauguró en 1896, ofrece una conexión crucial para el crudo, el gas natural y las mercancías. En torno al 10% del comercio global atraviesa el canal, una importante fuente de divisas para el gobierno egipcio.
Según la Autoridad del Canal de Suez, el año pasado 23.851 barcos atravesaron el paso, en comparación con los 20.649 de 2021. Los ingresos del canal alcanzaron los 8.000 millones de dólares en 2022, la cifra más alta de su historia.
INTERNACIONALES
Belgrano ganó por el aporte de los propios y de Pablo Vegetti

Cuando el estadio se puso de pie y, desde los cuatro costados, se coreó el nombre de Ulises Sánchez. O cuando en cada cruce las piernas de Santiago Longo llegaron para cortar y las palmas de las manos se enrojecieron. O el reconocimiento luego de cada pelota despejada por el zurdo Nicolás Meriano. O cuando se valoró lo que le dieron al equipo Juan Barinaga y Bruno Zapelli, llegados desde las juveniles. Por todo, la sensación es que la sangre que corre por Alberdi es celeste y no roja. Y, si se sostiene que estos jugadores entienden bien lo que es Belgrano, en ese contexto no se puede dejar de lado al capitán, referente y goleador del equipo: Pablo Vegetti. El “9″ hace todo y contagia a todos los que están dentro y fuera del campo de juego.
Así, Belgrano le ganó a Vélez 2 a 0. Y con una formación en la que 10 de los 11 que iniciaron el partido, venían de la Primera Nacional. Belgrano fue un equipo convencido de lo que debía hacer: cómo neutralizar a su rival y pegando duro de movida.
Con la “12″ en la espalda, Ulises es de esos jugadores que vienen en franco crecimiento, que se ha ganado el corazón de la hinchada a fuerza de buen juego y de ser una de las manijas del equipo y también el responsable de generar el primer pase para el inicio de las jugadas en ataque. Corrió hasta la extenuación. Y se llevó el reconocimiento del hincha.
Y fue el propio Sánchez el que lanzó un centro medido para que la cabeza de Vegetti mandara el balón a la red en el amanecer del juego.
Y ese gol de movida fue clave para enderezar el partido, pues Vélez no tuvo reacción y se fue quedando sin argumentos para torcer una historia que se escribió de arranque. Y mientras el equipo de Ricardo Gareca intentaba “meterse” en partido, Bruno Zapelli, que no había jugado bien, metió un balón cruzado para que Guillermo Pereira domine, enganche y defina. Hubo éxtasis en la gente, que disfrutó de un encuentro que se ganó con absoluta justicia.
De extremo a extremo
Pablo Vegetti es el abanderado de este equipo, pero no solamente por sus 11 goles hasta el momento. Lo es porque es quien “manda” en cancha, a propios y extraños. Porque se banca los partidos a pura potencia.
El “9″ recibió de Sánchez el centro que llegó desde la derecha y puso el 1 a 0, después acomodó su juego en función de lo que el Pirata necesitó. Se desplegó por todo el frente de ataque y supo ubicarse por las bandas en los balones largos, como para no tener que “soportar” a Diego Godín.
Vélez fue un equipo tibio que no inquieto demasiado. Se la pasó lateralizando y metiendo balones en las bandas que pocas veces tuvieron un final cierto en ataque y, con el marcador en contra, la cuesta se hizo irremontable para los de Gareca.
Por su parte, los de celeste corrieron sin dejar espacio para que el rival pudiera “entrarle”. Se reagruparon en el fondo y dejaron que el correr del tiempo fuera su principal aliado para quedarse con los puntos en juego.
El hombro de Longo (golpe fuerte) asustó a los simpatizantes, pero el “Tractorcito” no te deja en banda nunca y con el brazo sin movimiento siguió corriendo. El cansancio dejó su marca sobre el equipo dirigido por Guillermo Farré, pero Vélez no podía lastimar: la pelota iba de banda en banda sin que el espacio para un centro correcto se le diera. Y cuando por fin el visitante puso una pelota medida para Castro, Losada hizo un “atajadón” para recordarle a todos que, si se lo necesita, está presente. Faltaban dos minutos para el final y las manos del arquero fueron clave para que el cierre del partido se diera tranquilo.
Ganó Belgrano, el equipo que tiene en sus venas la sangre celeste, ese que está armado con piezas del ascenso, con jugadores de la cantera y con todos entendiendo qué es y cómo se debe defender una camiseta como la del Pirata.