Incutex sumó a Wilab a su portafolio de inversiones
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hace3 años
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La aceleradora local Incutex anunció que en mayo pasado sumó a la startup cordobesa Wilab a su portafolio de inversiones.
El emprendimiento surgió hace dos años para una licitación que realizó Claro Argentina y luego se transformó en un proyecto con escalabilidad global.
Detrás de la iniciativa están Tomás Achával (CEO), Javier Roberts (CTO) y Emeric Ureel (COO).
Wilab ofrece monitoreo de energía de antenas sin despliegue de hardware y entra al ecosistema de las startups tecnológicas en un momento en el que el mercado de las “telcos” está en plena expansión.
Según datos de Global System for Mobile (GSM), en 2018 las tecnologías y los servicios móviles generaron el cinco por ciento del producto interno bruto (PBI) de América latina, una contribución que ascendió a aproximadamente 260.000 millones de dólares de valor económico agregado.
Su desarrollo ya está funcionando en Claro y también está en la mira de la aceleradora noruega Kongsberg Innovasjon para otra inversión.
Fases
Para los emprendedores de Wilab, el proyecto se encuentra en la segunda fase de seis que tienen planeadas, ya que el equipo aspira a escalar en Estados Unidos.
En la actualidad, la mayoría de las empresas de telecomunicaciones se manejan con un sistema reactivo, es decir, hay miles de sitios con equipos de diferentes marcas, cada uno con un software distinto y ante un incidente se accede a ese equipo.
La información, en estos casos, está dispersa y no permite hacer un análisis de datos para evitar repetir errores y hacer mejoras de largo plazo.
Wilab Site Mananger es el software de la compañía y la respuesta para lograr que todos los equipos se comuniquen sin importar el sitio en el que están ubicados.
De esa forma, se busca anticipar incidentes, generar analítica en tiempo real y tener un sistema de alarmas, entre otras variables.
En la “nube”
La plataforma trabaja 100 por ciento en la “nube” y permite una visualización de la infraestructura en tiempo real, con generación de reportes y analíticas adaptables con toda la red.
Estas tareas se pueden realizar de manera remota. “Es una solución integral que mejora la eficiencia energética, el mantenimiento y la seguridad de todo el sitio”, describen los creadores del producto.
De esta manera, Wilab entra al ecosistema de las telecomunicaciones con una respuesta basada en datos que permite que los mercados sigan creciendo y evitando pérdidas económicas por caídas de servicio, que están en un 60 por ciento relacionadas con fallas en la infraestructura.
La startup pregona su foco en soluciones de IoT (internet de las cosas) para la industria, por lo que, además de las telecomunicaciones, asegura que aplica para manufacturas en general y hidrobarcuros (petróleo y gas).
Equipo. Los emprendedores de Wilab. (Prensa Incutex)
La nota que nunca quisiera escribir. Estoy devastada. Durante años compartimos escritorio, mesas de radio y algún que otro programa de televisión. Mario generaba buen clima, mantenía la batuta y hacía que cada uno diera lo mejor de sí. Una gran persona. Con él se podía contar siempre.
Su mirada aparentemente despistada envolvía una sagaz observación de todo lo que pasaba y de los protagonistas de lo que pasaba. Matizaba con humor cada situación. Se atropellan en mis recuerdos escenas desopilantes. Van sólo dos anécdotas a modo de muestra.
Estábamos en la redacción de Página en la calle Belgrano. Mario atiende el teléfono fijo y era su mamá, poseedora de esa tragedia judía agudizada con los años.
–Marito te llamo porque me voy a suicidar, no da para más.
–Mamá, ¿tenés algún problema de papeles? Yo soy tu hijo abogado sino llamá a mi hermana que es tu hija psiquiatra.
Otro día contaba que estaba escuchando a Victor Hugo en la radio y empieza a comentar uno de sus artículos en el diario. La grandilocuencia de VH para describir sus dotes de periodista lo apabulló:
–Me miré al espejo y pensé: ‘¡¿Qué me pongo?! No sabía cómo hacer para estar a la altura de semejante halago.
Le decía “Hola Doc” cada vez que hablábamos. Era una forma de rescatar su otra profesión, el abogado que siempre lo acompañaba para analizar los temas de Justicia y derechos humanos con una minuciosidad impecable.
Disfrutaba en el trabajo y lo hacía sentir. Le gustaba hablar con todos y todas, En una Argentina menos polarizaba los años que estuvo a cargo de Política en Página hablaba y hablaba con dirigientes de todo pelaje. Apreciaba a muchos, era contemplativo pero sabía marcar con maestría desvíos y renuncios.
Guardo la imagen de su diálogo con Laura Vales, la compañera que había cubierto la represión en puente Pueyrredón. El asesinato de Kosteki y Santillán que ella describió y él corroboró en una cobertura inolvidable.
Lo vamos a extrañar. Siempre nos va a acompañar su agudeza, su calidad humana y su ternura.
Hace muy poco nos juntamos para charlar sobre un programa de entrevistas que habían pensado junto a Melisa Molina para sumar a la web del diario. Discutimos contenidos, escenarios, nombres de posibles entrevistados y hasta barajamos posibles títulos para el programa. Finalmente elegimos Después del cierre y con ese nombre se inició el ciclo que inauguró Jorge Taiana y continuó Paco Olveira, y que puede verse en el portal del diario.
Pasamos esa mañana entre risas, recuerdos y anécdotas compartidas durante tantos años de trabajo en común. Yo lo chicaneaba con que había llegado tarde al kirchnerismo y él me respondía que lo mío era peor, porque había llegado tarde al peronismo: “Ustedes, los troskos, están más lejos de lo nacional y popular que China de Estados Unidos”, me decía mientras me acariciaba la mejilla con aire paternal.
Cuando leí su libro Kirchner, el tipo que supo, lo llamé para decirle que me había ayudado mucho para recordar situaciones vividas con Néstor y para ordenar mis ideas sobre ese periodo tan intenso que juntos disfrutamos desde el diario.
Esa conversación fue un domingo en que nuestro querido River, pasión que compartíamos con Mario, jugaba un partido importante, así que nos prometimos que si la banda roja ganaba, repetiríamos la charla como cábala ante cada encuentro trascendente.
Pero River perdió y al otro día convinimos que nunca más nos llamaríamos en día de partido.
Ayer, mientras pensábamos junto a Ernesto Tiffenberg con qué título iríamos hoy a la tapa, ambos recordamos la vida y la obra, y en eso estábamos cuando Ernesto disparó: “Ya lo tengo, pongamos Mario, el tipo que supo”. Creo que Ernesto acertó para siempre.