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Los Saillén, sin el poder del Surrbac por intervención
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Hasta ayer, los nombres de Franco y de Juan Saillén todavía figuraban en la página oficial del Sindicato Único de Recolección de Residuos (Surrbac), pero el poder sobre la administración de los recursos del sindicato, así como la potestad de convocar a una nueva elección de autoridades, pasó a manos del interventor Alberto Ricardo Simón.
Si bien la intervención no se dio de hecho –situación que se completaría la semana próxima–, la comisión directiva que integraban los Saillén quedó desapoderada con la publicación del decreto del Ministerio de Trabajo de la Nación en el Boletín Oficial.
El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, dispuso esta medida a pedido del juez Federal Ricardo Bustos Fierro y expresó en términos contundentes que el fin es “normalizar la situación generada a través de años de incumplimientos normativos, contabilización informal o paralela que fue, con el paso del tiempo, generando en el entorno familiar de los principales implicados un cúmulo de bienes que, analizados en perspectiva, ocasionaron un verdadero estupor en toda la comunidad”.
El exlegislador y excandidato a diputado por el Frente de Todos, Franco Saillén, hasta ayer secretario de actas sindical, es uno de los imputados de la familia Saillén en una causa por asociación ilícita y lavado de activos por la que están en prisión su padre y exlíder del gremio, Mauricio Saillén, y su segundo, Pascual Catrambone. Si bien no ostentaba un cargo alto, Franco tenía ascendencia sobre la comisión actual, encabezada por Luis Dalmasio Torres.
En el gobierno del gremio, con cargos menores, también figuraba como vocal otro hijo del clan sindical, Juan Saillén. Los hermanos mostraron los dientes hasta hace un par de semanas, cuando en una asamblea extraordinaria ambos fueron los principales oradores de un acto en el que amenazaron con “medidas de fuerza” de alcance provincial ante la previsible intervención.
Además, durante la última semana de enero, tironearon con la actual directiva del Ente de Obras y Servicios Públicos (Esop), Victoria Flores, en resistencia a los cambios en esa entidad. Resintieron el servicio de recolección durante ocho turnos laborales, entre el viernes 24 y el miércoles 29 de enero, y dejaron a los vecinos sin servicio y una acumulación de más de tres mil toneladas de residuos en las calles de la ciudad.
Hasta anoche, en la misteriosa cuenta de Twitter oficial @Surrbac el llamado era de “alerta y movilización”. Sin embargo, a última hora, fuentes del servicio de recolección indicaron que la prestación del barrido y la recolección fue normal durante toda la jornada.
Simón, hasta ayer sin exposición pública conocida, adelantó que se reunirá la semana próxima con Moroni en Buenos Aires para hablar sobre el alcance de la intervención. Una vez que reciba las directivas, actuará. Por lo pronto, según el decreto, tiene 45 días para presentar un informe “económico financiero de la entidad”.
“Esta intervención será una convocatoria amplia a todos los sectores para que colaboren para su normalización y su vuelta a manos de sus afiliados. Esa es la idea”, explicó ayer Simón a La Voz.
El interventor, de 42 años de carrera como abogado “de calle” y un bajo perfil, deslizó que en el marco de la normalización del gremio una elección de autoridades “forma parte de la intervención”, y que “lograr que la entidad tenga sus autoridades legítimas a través del voto” es uno de los objetivos.
Simón no quiso adelantar sus primeras acciones como interventor, pero sí dejó un claro mensaje a los afiliados del sindicato, a los que les pidió colaboración para normalizar el gremio.
“Quiero decirles que tengan la tranquilidad necesaria de que esta intervención tiene toda la voluntad para que el sindicato vuelva a manos de sus afiliados de normal manera, como cualquier otro sindicato. Esa es la intención básica y la voluntad tanto de las autoridades nacionales como de este interventor”, señaló.
Simón contó que colaboró “en algunas oportunidades con agrupaciones sindicales”.
“Mi contacto con los trabajadores siempre ha sido el más positivo porque siempre tengo presentes sus derechos y brego por ellos”, agregó.
Cortocircuitos políticos
Los desencuentros entre los Saillén y los líderes del Frente de Todos tuvieron como último capítulo la noticia de la intervención. Sin embargo, ya habían comenzado durante la campaña electoral.
Los recolectores colaboraron activamente para llevar a la presidencia a Alberto Fernández, pero una vez que se conoció la detención de los líderes sindicales en plena campaña, en agosto de 2019, el entonces candidato presidencial sugirió el apartamiento de Franco Saillén de la lista. El dirigente lo desafió y no renunció a su candidatura, a pesar de que Fernández lo desconoció.
Ayer, el decreto del gobierno al que habían apoyado el año pasado les quitó a los Saillén todas las potestades sobre un gremio que supieron crear para separarse de Camioneros y al que siempre nombraron como “una familia”.
Alcance
El interventor del Surrbac está facultado para administrar la entidad gremial y normalizar su funcionamiento.
Consultado sobre el alcance de la medida, el exsecretario de Trabajo de la Nación, el radical Jorge Sappia, dijo ayer que en casos como este “la comisión directiva queda desapoderada”.
“El interventor se hace cargo de la administración y el mantenimiento de la organización, paga deudas, cobra créditos, administra; pero no tiene facultades para la negociación colectiva”, explicó el abogado laboralista.
Según Sappia, la intervención tiene que “necesariamente llamar a una elección”. Por otro parte, explicó que “la comisión tiene un año de protección de la estabilidad laboral” y que “los delegados gremiales conservan fueros hasta finalizar su mandato”.
Causas vinculadas a la basura
Asociación ilícita y lavado
Es la figura que pesa sobre Mauricio Saillén y Pascual Catrambone, detenidos, y sobre otros 17 imputados. El juez federal Ricardo Bustos Fierro investiga asociación ilícita, lavado de dinero, usura y defraudación en el gremio, en la mutual y en la obra social.
Causa Cotreco
Hay 16 personas vinculadas a la prestataria Cotreco –entre ellas, su presidente Horacio Busso– imputadas por asociación ilícita, lavado de dinero, retención de aportes, quiebra fraudulenta o insolvencia fiscal. También en la Justicia federal.
Atentado e intento de asesinato
El fiscal provincial Alfredo Villegas trata de averiguar quién intentó matar en su casa, a balazos, en enero de 2019, a Pablo Carrasco, exrecolector, opositor interno a la conducción del Surrbac y denunciante de Saillén y de Catrambone.
Lavado de dinero en Crese
Bustos Fierro quedó a cargo de una investigación iniciada en la Justicia provincial sobre lavado de dinero en las últimas licitaciones de la basura en la Capital. La causa apunta a exfuncionarios municipales, a gremialistas y a empresarios.
Agresiones a denunciantes
Bustos Fierro también investiga los ataques a otros de los denunciantes de Saillén y de Catrambone, como los que sufrieron los exafiliados José Luis Cabello y José Victoria. Hay otra causa iniciada por un empleado agredido en San Francisco.
Empresas de Catrambone
La Justicia provincial continúa investigando los lazos de Pascual Catrambone con una red de empresas que habría creado para ganar contratos de la Municipalidad y de su propio gremio. También hay causas conexas en la Justicia federal.
Falsedad ideológica
Esta causa fue iniciada por el líder camionero Hugo Moyano, acérrimo adversario gremial de Mauricio Saillén, en la Justicia federal de Buenos Aires. El juez federal Ariel Lijo acusó a Saillén de falsedad ideológica.
Compra irregular de dólares
Los dirigentes del Surrbac también están acusados de la compraventa irregular de dólares para sortear el cepo cambiario, usando a afiliados de su gremio para que compraran. Lo investiga también Bustos Fierro.


















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NACIONALES
El voto a Milei se debate en las fábricas

“La bronca, la entiendo. Ir en contra de nosotros mismos, no”. Son las 10 de la mañana del viernes y Daniel Rosato está reunido con las y los trabajadores de las empresas que llevan su apellido, una papelera y una metalúrgica. También fueron invitados integrantes de la cooperativa Hormigas Podadoras, que hace tareas de desmalezamiento en el predio del Parque Industrial Plátanos, de Berazategui. Alrededor de ellos hay grandes máquinas que fraccionan y empaquetan rollos de papel tissue, pilas de paquetes de servilletas de cocina y papel higiénico, plásticos con las marcas Family y Calipso, una extensa línea de producción dividida en diferentes sectores. Pero ahora las máquinas están calladas y sus operarios forman una ronda y escuchan, serios. Es la segunda vez que el dueño de esta pyme los reúne para hablar de algo que tiene mucho que ver con su trabajo y con la vida cotidiana de la que ahora hablan: de política.
La primera vez fue un par semanas atrás y la publicación de lo que allí se charló en la columna de David Cufré en este diario causó revuelo entre sus protagonistas. Leyeron la nota y después también lo vieron en la tele, lo escucharon en la radio, les llegaron videos virales de las redes. Se puso la lupa aquí, pero lo narrado tenía valor porque podría trasladarse a tantos otros espacios similares: Rosato decía que la mayoría de los trabajadores de su fábrica había votado a Milei en las PASO: “diría que bastante más del 50 por ciento”, precisaba el empresario pyme. Contaba que se había acercado a ellos para preguntarles qué pensaban y cómo estaban. Que lo que había escuchado podía resumirse en un par de ideas: enojo, hartazgo, necesidad de cambio radical.
Ahora algunos operarios levantan la mano para decir que sí, están enojados y hartos y quieren cambiar todo, pero que ellos no dijeron que eso necesariamente se traducía en un voto a Milei, porque aquí no se habla de candidatos, más bien de ideas y vivencias. En cambio otros admiten que sí, votaron a Milei porque lo que viven los enoja y los cansa y les parece injusto: trabajar y que no te alcance. Lo insostenible de este tiempo, el gran reclamo de época.
Tony admite que votó a Milei “enojado” en las PASO. Foto Enrique García Medina
El voto milanesa
Una cosa se acuerda sobre todo Tony del día en que fue a votar: el kilo de milanesas a 3200 pesos. “Que ya subió más”, aclara este técnico metalúrgico que trabaja en la fábrica de 6 a 15 y completa su salario dando clases por las tardes en escuelas técnicas. Dice que su señora lo chuzó al volver de hacer las compras: “Ahí los tenés a los que vos defendías, ¡3200, 3200 pesos las milanesas!”.
Tony habla desde un lugar, no de pertenencias políticas sino de clase. Admite que “las clases bajas somos las que más necesitamos del Estado”. Se pone de ejemplo: formoseño nieto de abuela analfabeta que lo mandó a estudiar, “y eso hizo la diferencia, como les digo siempre a mis alumnos”. “De la bronca que tenía fui y lo voté a este loco de mierda, porque cuando está todo tan mal uno un poco piensa en que explote todo y a la mierda, ¿no?”, recuerda y analiza. “La verdad, no pensé que este loco iba a sacar tantos votos, menos que iba a salir primero. No me lo imagino presidente. Si lo pienso en frío sé que si explota todo, los primeros que explotamos somos nosotros, los de abajo”, dice ahora.
Foto Enrique García Medina
Tony cuenta también lo que ve alrededor suyo. Que muchos de sus alumnos séptimo año, de la materia máquinas eléctricas, también votaron a Milei. Que su nieta de 14 le dijo que vio en TikTok que “vamos a poder elegir a qué colegio ir, porque nos van a dar un voucher, y eso es bueno”. Que su madre, jubilada sin haber aportado en su totalidad durante el gobierno de Cristina, también le habla de Milei (“ella mira TN todo el día y ya le comieron la cabeza con ‘la chorra'”, aclara). Que en la metalúrgica hacen trabajos para YPF, y los operarios petroleros –“que están re bien, esos sí están bien”, acota– también le hablan de Milei.
“Vi la nota el otro día y me sentí identificado, realmente estoy enojado por estos cuatro años, y quise votar una alternativa nueva”, les dice a sus compañeros cuando pide la palabra en la ronda. “Yo lo escucho ahora a Daniel y hay algo en lo que tiene razón, en el 2015 también estábamos hartos, y nos votamos en contra”, recuerda. “Leamos las plataformas, estudiemos lo que dice cada candidato, pensemos bien lo que quiere decir dolarización, no votemos en caliente”, les aconseja.
Foto Enrique García Medina
Parque industrial
La metalúrgica y las plantas productora y fraccionadora de la papelera Rosato –hay, además, un centro de reciclado ubicado en otro predio– tienen un plantel de 180 trabajadores y trabajadoras en total. Están ubicados en el Parque Industrial Plátanos, de Berazategui. Inaugurado en marzo de 2004 por Néstor Kirchner, este conglomerado industrial es un símbolo muy concreto y visible, con sus 66 hectáreas y las 54 empresas que allí se radicaron, de un impulso decidido desde el Estado a una política de promoción. El proyecto reindustrializador –un trabajo conjunto entre el Municipio y la Unión Industrial de Berazategui– incluyó estrategias como exenciones impositivas diferenciales según generación de empleo: a mayor cantidad de gente empleada, menos impuestos municipales. El Estado, queda claro, estuvo bien presente para que todo esto exista.
Si se mira con atención, este lugar también exhibe a ese mismo Estado operando en forma inversa, y sus consecuencias: las enormes instalaciones que sorprenden al visitante muestran imponentes formas arquitectónicas fabriles de otra época, sobre las que se fue construyendo lo nuevo. Son los restos de la vieja textil Sniafa, una de las principales productoras de hilados sintéticos de la Argentina desde su inauguración en 1948. Llegó a dar trabajo a más de 2.000 personas, hasta que a inicios de los ’80 cerró sus puertas.
Es casi sintomático que nadie a lo largo de una charla sobre trabajo, política, Estado –al menos, durante la cobertura de esta cronista– haya mencionado la característica diferencial de un lugar como este. Y a la vez es humanamente esperable: se busca avanzar sobre lo logrado, se da por cierto, por ya ganado, por inmutable. Los ciclos históricos de la Argentina y la región están hechos de cuestiones como esta.
Marcos y Martín relatan las dificultades cotidianas. Foto Enrique García Medina
Trabajar y que no alcance
“Te dan el bono, sacan el IVA, y aumenta todo en la misma proporción. Las ideas son buenas, pero si se la van a llevar toda cinco vivos, no sirve”. Los diagnósticos de los trabajadores son concretos, y acaban todos en la misma descripción: “La plata no alcanza”. “Trabajás y no te alcanza”. “Llega la quincena, cobrás, y no llegás”. La cuestión ya no es poder ofrecer o no la propia fuerza de trabajo, tener los pies adentro o afuera del plato: es que aún en la mayor de las formalidades laborales, aún con todos los derechos hoy en disputa asegurados, la ecuación no cierra. Un fantasma recorre el nuevo siglo: trabajar y que no alcance.
Marcos y Martín y enumeran el cotidiano en la charla con Página/12: Antes cada invierno había un par de zapatillas, joggin, buzo y campera nuevos para cada hijo, ahora no. Antes se iban de vacaciones, ahora ya no. Viven relativamente cerca, antes venían a trabajar en auto, ahora los números no dan. Llegan aquí diariamente en bici, “y no por deporte”, aclaran. Ellos no dicen a quién votaron ni a quién votarán. Pero sí dicen que están “cansados de ir cada vez de mal en peor, de presidente en presidente, todo igual, todo mal”.
Foto Enrique García Medina
Otro gran tema se recorta unificando los motivos del enojo: “los planes”. “Vos te levantás todos los días a las 5 de la mañana y estos se te ríen en la cara”. “Somos los que sacamos el país adelante y el beneficio se lo llevan otros, no es justo”, es su análisis. ¿No están de acuerdo en la ayuda social del Estado a gente que lo necesita? Sí, pero aseguran que en el barrio ven a “gente que no lo necesita y que pudiendo trabajar, cobran él y la señora”. Que se conocen todos, y que todos saben todo. Que en los barrios Plátanos y Luchetti son conocidos los punteros que “cobran de los planes que reparten porque la gente les tiene que dar de lo que cobran”. Como también admiten que hay otra ayuda social que llega a los comedores y que quienes los manejan “hasta ponen plata de su bolsillo”. Pero los mayores flujos de recursos, aseguran, están mal direccionados.
En su análisis, con esta asistencia el Estado llega a las personas no para equiparar desigualdades sino, por el contrario, como gran generador de injusticias. Es, en la denuncia de su relato, la única intervención estatal que visualizan.
En la Cooperativa Hormigas Podadoras les piden a sus compañeros “memoria”. Foto Enrique García Medina
Verde tesoro
Jesica Palavecino es la presidenta de la cooperativa Hormigas Podadoras, creada en 2013, con 35 integrantes de entre 18 y 65 años. A través de un convenio con el municipio, hacen desmalezamiento en este predio, en vía pública, y también trabajan en obras de urbanización. Toda la estructura laboral de estos trabajadores está mediada y posibilitada por el Estado; sin embargo, cuenta que entre los integrantes de la cooperativa y sus familias hubo quienes votaron al candidato que promete terminar para siempre con el Estado, hacerlo estallar por los aires.
Foto Enrique García Medin
Cómo llegar a estar bien
Además de estar al frente junto a su hermano de la empresa que –cuenta su hija, que también trabaja aquí– “empezó en el patio del abuelo”, Daniel Rosato es presidente de Industriales Pymes Argentinos, y de la Unión Industrial de Berazategui. Dice que en 2015 hubo aquí charlas similares, y que ahora quiere transmitir a su gente básicamente lo mismo: que el libre comercio mata a la industria, que los ejemplos están en la historia. Que se puede estar mejor, pero no destruyendo todo. “Si ustedes ganan bien, van a comprar más papel higiénico, y nos va a ir bien a todos”, les dice con lógica productivista a los empleados de su papelera.
Les cuenta, por último, que llamó tanto a Milei como a su hermana (“el Jefe” lleva la agenda) para invitar al candidato al cuarto Congreso Nacional Industrial del Consenso Nacional para el Trabajo y la Producción, que se hizo en el marco de la primera exposición de parques industriales en la Rural, el 25 de agosto. Que lo volvió a convocar hace poco para un debate. “No fue, ni siquiera contestó. ¿Saben por qué? Porque no tiene nada para decir en una fábrica argentina”, concluye.
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El mensaje de Cristina Kirchner a la militancia

Minutos después de haber finalizado su charla magistral en la UMET, Cristina Fernández de Kirchner salió a la calle. La esperaban decenas de militantes cristinistas que, agrupados alrededor de un escenario improvisado, cantaban: “Gorila no te va a alcanzar, la nafta no te va a dar. Si la tocan a Cristina que quilombo se va armar”. La vicepresidenta sonrería, saludaba y mandaba besos. “La verdad que tenía muchas ganas de tomar contacto con todos ustedes pero también mucha necesidad de decir lo que creo que está pasando”, comenzó, mientras algunos militantes le gritaban palabras de cariño. En ese momento, la vicepresidenta hizo algo que no había hecho hasta ahora: pidió disculpas por los errores del gobierno nacional en los últimos años.
“Yo entiendo porque hubo mucha ilusión, mucha expectativa y no se pudo cumplir. Y quiero en ese sentido pedirles perdón si no pudimos cumplir, pero créanme que lo intenté muchas veces”, señaló, en una crítica velada a Alberto Fernández, y ahí mismo se interrumpió: “Pero no vale la pena, hay que meterle para adelante porque necesitamos que la sociedad argentina sepa cuál es realmente el problema que tiene nuestra economía”.
La calle Sarmiento estaba abarrotada de militantes de La Cámpora, Nuevo Encuentro, y las diferentes agrupaciones que integran la Patria es el Otro, que conduce el “Cuervo” Larroque. Había gente hasta en los balcones y, en un momento, CFK hizo que subieran a una niña que estaba en el público y quería que le firmara una de las banderas. Era la primera vez que la vicepresidenta protagonizaba un acto así, más espontáneo y en la vía pública, desde que intentaron asesinarla hace más de un año. Había participado de otros actos públicos, pero había sido más organizados, con varios cordones de seguridad y de cacheos. Esta vez era distinto. “Hasta tuve miedo”, reconoció un dirigente cristinista que había ido escucharla en la presentación de la reedición del libro en la UMET.
“Muerta o presa no me importa, no me voy a callar nunca. Sépanlo”, exclamó CFK, al finalizar el acto.