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Pablo Castro, el técnico de básquet que lleva una década en Ameghino de Villa María

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En 2010 el DT Pablo Castro llegó a Villa María en busca de un nuevo horizonte profesional y de “nuevos aires” para su familia. Los buenos resultados y un proyecto a largo plazo hicieron que, una década después, siga al frente de Ameghino.

Casi contra todos los pronósticos y en una situación poco habitual entre los clubes profesionales, el entrenador bonaerense arregló su continuidad con el equipo cordobés y seguirá conduciendo los destinos del básquet del “León” por 10ª temporada consecutiva.

Fue en junio de 2010 cuando Castro decidió buscar nuevos horizontes profesionales tras quedar sin funciones en su anterior club. El posterior llamado del club villamariense fue puesto en la mesa y con su esposa Valeria decidieron que era lo mejor para emprender un cambio de aire, dejar la atribulada Buenos Aires y ofrecerle un ambiente más tranquilo a su hija Lourdes, de apenas un año.

Luego, los sucesivos resultados deportivos que fueron de la mano con los proyectos comandados por el vicepresidente y director deportivo del básquet de Ameghino, Pablo Giraudo, posibilitaron que el DT siguiera al frente del primer equipo y de las categorías formativas, donde también es coordinador. Aunque ahora, como un cordobés más.

–¿Cómo fue el proceso que te llevó a sumar una década en el mismo club?

–Tuve la fortuna de tener una familia que me soportó, aguantó y ayudó no sólo para ser entrenador, sino que me apoyó cuando debí alejarme de mi cuidad, de los afectos, y llegar a Villa María, donde al principio éramos sólo tres (hace dos años se vinieron a vivir sus suegros). No había amigos ni conocidos. Y esa parte del fuera de la cancha no se ve, pero es determinante. Y en lo deportivo, el club, de la mano de Pablo Giraudo, siempre fue planteándose nuevos desafíos, sueños cumplibles, y como entrenador pude estar la altura de eso.

–Por el tiempo transcurrido, se advierte que se tejió una sólida relación.

–Se fue dando naturalmente. El tiempo transcurrió sin darnos cuenta. Y en estos 10 años que transitamos pudimos ir cumpliendo con los objetivos, y cada uno fue mejor que el anterior. Entonces considero que en lo profesional siempre estuve a la altura y ellos estuvieron conformes. Lógico que es algo mutuo. Yo me siento muy contento y cómodo en el club y con la vida en la ciudad.

–Y también hubo una confianza mutua…


–Sí, un conjunto de situaciones que se fueron dando. Recuerdo que para mí fue una presión extra, interna por supuesto, desde el momento en que nunca nadie me dijera “tenés que ganar para estar en el club”. De hecho, en la primera Liga Provincial perdimos 11 partidos y el club fue cuando más me apoyó. El único pedido que me impuse fue rendir siempre al ciento por ciento y tratar de estar cada día mejor, como una forma de estar a la altura. Y eso creo que fueron construyendo estos 10 años.

–¿Con qué expectativas llegaste a Villa María en 2010?

–Fue una apuesta que hicimos. Tenía más que ver con salir de Buenos Aires. Yo quería dirigir en otro medio que no sea Capital. Estaba necesitando un cambio de aire. El equipo que dirigía había abandonado la Liga B (Banco Nación), se me terminaron los objetivos importantes y ahí me di cuenta de que llegar a la Liga Nacional dentro del básquet de Capital sería muy difícil. Quería probar, conocer otros medios y justo apareció la oferta para venir a Córdoba. Para mí, uno de los lugares más importantes donde se practica básquet. Siempre admiré y respeté a los entrenadores de acá. Es más, siempre me sentí muy identificado al ver cómo trabajaba Rubén Magnano y también veía el Atenas de esa época.

–¿Y por qué querías salir de Buenos Aires?

–Porque con mi familia teníamos la necesidad y las ganas de dejar de vivir en la locura que propone esa ciudad y el ritmo de vida que se lleva allá, en la que hay que tener tres trabajos para poder vivir. Yo prácticamente no podía ver a mi hija, mi mujer tenía dos trabajos, casi no nos veíamos. Y esto me dio la posibilidad de venir a vivir a otro ritmo y de trabajar full time en lo que a mí me apasionaba. Era lo ideal y lo que había soñado, así que por ese lado fue una decisión fácil.

–Con una década inmerso en el básquet cordobés, ¿cómo lo analizás?


–Cuando llegué, y esto lo hablaba mucho con la gente, me asombraba la facilidad con la que los chicos aprendían y la capacidad física, atlética y cognitiva que tenían los jugadores para desarrollarse… y que, pese a eso, que Villa María estuviera muy lejos en resultados si se la comparaba con otros lugares de la provincia. Con el transcurso de los años, me fui dando cuenta de que para el básquet cordobés es común en la mayoría de los lugares que salga un montón de chicos con muchas condiciones y capacidades. Claro que también tiene que ver con el trabajo que hacen los entrenadores en cada club y en cada pueblo, por más chico que sea. He visto jugadores sumamente interesantes y eso tiene mucho que ver con la calidad de los entrenadores que hay. Y creo que es algo que viene de años.

–¿Podría decirse que sos un vecino más de Villa María?

–Sí. Ya somos tres villamarienses más. Nos hemos asentando en la ciudad. Tuvimos la fortuna de que la gente del club nos ayudó muchísimo, sobre todo en los primeros años, cuando no conocíamos a nadie. Mi hija está haciendo la escuela acá y la ciudad ha sido muy generosa con nosotros. A medida que fuimos avanzando con los resultados, más gente se fue involucrando, sabiendo lo que hacíamos y todo el mundo te reconoce. Eso no deja de sorprenderme y de alagarme. Han sido muy generosos.

–Ahora sólo les queda dar un paso más, que es ni más ni menos que la Liga Nacional. ¿Cómo lo ves?


–Es el gran paso, lógico que para plasmarlo nos faltan los resultados. Pero venimos haciendo un buen recorrido, pues jugamos la Liga Provincial A, pasamos por el Torneo Federal, y ahora, desde la Liga Argentina, estamos luchando por llegar a la Liga Nacional A. Es difícil, pero no imposible.

–Si tuvieras que volver el tiempo una década atrás, ¿resolverías lo mismo?

–Sin dudas. Visto en perspectiva y 10 años después, fue la mejor decisión que tomamos, tanto familiarmente como individualmente, como profesional del básquet. Muy feliz por eso, por la gente que nos ha hecho conocer, por cómo nos hemos desarrollado y por el lugar que me pude generar en mi carrera como entrenador. Así que estoy sumamente feliz por esa decisión. Sin dudas, volveríamos a hacerlo.

En acción. Desde hace 10 años, Castro comanda los hilos del primer equipo del León villamariense. (Prensa Ameghino)
En acción. Desde hace 10 años, Castro comanda los hilos del primer equipo del León villamariense. (Prensa Ameghino)
El elegido. Castro necesitaba un cambio de aire y le llegó la propuesta de Ameghino. Hoy se siente un villamariense más. (Prensa Ameghino)
En acción. Desde hace 10 años, Castro comanda los hilos del primer equipo del León villamariense. (Prensa Ameghino)
En acción. Desde hace 10 años, Castro comanda los hilos del primer equipo del León villamariense. (Prensa Ameghino)

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Cómo funcionan los tubos de oxígeno que llevó la Selección a Bolivia

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El plantel arribó el domingo a la noche para el partido por Eliminatorias de este martes. Cada jugador se mostró con su tubo personal para contrarrestar la altura de La Paz.

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El Cuti Romero bajó del micro con su tubo personal.

La Selección Argentina llegó este domingo a la noche a Bolivia para el compromiso del martes a las 17, correspondiente a la segunda fecha de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026.

Más allá de la posible ausencia de Lionel Messi, la formación y las cuestiones futbolísticas, el principal objetivo del plantel es minimizar el impacto de los 3.600 metros de altura de La Paz, la capital boliviana.

Es por eso que una de las imágenes que más llamó la atención fue el arribo de cada jugador argentino con su propio tubo de oxígeno. La Selección sabe que no es sencillo predecir cómo puede responder el organismo de cada uno para el encuentro en el estadio Hernando Siles.

En el video se puede ver a Messi, en este momento duda para ser titular en La Paz, descendiendo del colectivo detrás de Cristian “Cuti” Romero. El cordobés ex-Belgrano fue uno de los que portaba un tubo de oxígeno de mano. 

Además, minutos antes, futbolistas como Alexis Mac Allister y Nicolás Tagliafico mostraron el elemento en sus redes sociales. La falta de aire la suelen experimentar aquellos que suben desde el llano, y la idea es aclimatarse lo antes posible.

El plan de los tubos no es nuevo ni único de la Selección Argentina. Por caso, en las últimas Eliminatorias para Qatar el equipo dirigido por Lionel Scaloni utilizó la misma estrategia, y salió bien. El 13 de octubre de 2020, el conjunto nacional venció 2-1 a Bolivia y cortó una racha de 15 años sin triunfos en la ciudad del Altiplano. 

Así son y cómo se usan

Esta vez los argentinos llegaron a La Paz con sus tubos personales, a diferencia de los grandes cilindros que se vieron años anteriores. Permite inhalar a una pureza del 95 por ciento cuando siente la necesidad.

Los tubos de la Selección son de la marca estadounidense Boost Oxygen, que dependiendo del tamaño brindan entre 60 y 200 descargas. De hecho vienen con distintos “sabores”: natural (el que se pudo ver en manos de los futbolistas), menta, pomelo rosado y eucalipto.

Según indica la página oficial del producto, el aire a nivel del mar tiene un 21% de oxígeno y los tubos descargan al menos tres veces más que eso.

Los tubos de oxígeno se utilizan tal cual mostró Mac Allister en sus redes: con la mascarilla debajo de la nariz y cubriendo toda la boca.

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Argentina venció a Ecuador con una perla de Messi en un “Monumental” colmado

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Fue 1-0, en el arranque del torneo clasificatorio rumbo al Mundial de 2026. La Selección inició en forma exitosa su camino hacia la cita ecuménica y vivió una fiesta ante más de 80 mil personas.

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CAPILLA DEL MONTE CLIMA
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