Una juntada virtual para no extrañar tanto las fiestas
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hace3 años
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“1.654 fiesteros”. Así se definen a sí mismos quienes organizan, durante la cuarentena, “reventones on line” en Córdoba. Se trata de un grupo de WhatsApp que funciona desde mucho antes de la pandemia ocasionada por el Covid-19 y que hoy cobra mayor relevancia.
En abril de 2019, “Sebas de Alberdi” y “Mel” crearon el grupo de Facebook “Juntadas Whatsapperas Córdoba”. “Los miembros fueron llegando de distintas redes que ya existían en la ciudad y que se nos ocurrió juntar. Acá hay amistades reales, nos ocupamos de las personas como cualquier grupo de amigos lo hace por sus integrantes”, dice “Sebas”.
Los administradores atendieron a La Voz a través de una videollamada. “Los que estamos en esta videoconferencia somos el ‘Sebas de Alberdi’, la ‘Mel’ y la ‘Rubia’. Pero somos un grupo de administradores. También nos acompañan ‘Agus’, ‘Debbie’, ‘Cyn’ y ‘Vane’. Así somos conocidos en internet”, señalan.
Son un grupo unido, según se describen. Y tienen en sus manos la (difícil) responsabilidad de coordinar vínculos. “Hay gente que se conoce en las juntadas y que se enganchan en una relación. Otros buscan un romance. La mayoría quiere conocer gente, hablar de sus problemas o de sus alegrías. Conocer a otras personas”, cuenta la “Rubia”. “Mel” agrega que “se une gente que recién se separa o que son introvertidos, pero en realidad hay personas de todo tipo”.
El “Sebas de Alberdi” subraya que a veces tienen que interceder para que las conversaciones sean fluidas y no se empantanen. “Por lo general, obviamos los temas espinosos: la política, la religión, los deportes. Y promovemos todo tipo de conversaciones”, explica. La “Rubia” suma que “no está permitido el bullying”. “Tampoco se pueden enviar imágenes eróticas o pornográficas”, aclara.
Fuera de eso, está todo permitido. “Soy una persona muy ‘fiestera’. Es mi personalidad. Así que en la última juntada por la plataforma Zoom me puse a hacer payasadas. Así soy”, relata la “Rubia”.
En cuarentena
La página de Facebook tiene una actividad constante. Los administradores son jóvenes profesionales, y muchos, trabajadores de la salud. Sin embargo, dejan espacio entre las responsabilidades cotidianas para fomentar encuentros.
“Desde que se declaró la pandemia por el coronavirus se duplicó la demanda en la página y se disparó la participación en los grupos de WhatsApp. El servicio de videollamada notepnos ha servido para armar reuniones con mateadas, música, cervezas; pero cada uno desde su hogar”, dice el “Sebas de Alberdi”, haciendo propia la consigna #MeQuedoEnCasa.
El último reventón se realizó el domingo por la noche. Comenzó a las 23 y se extendió hasta ayer, pasadas las 4 AM. “El aislamiento social hace que la gente valore más este tipo de iniciativas. La gente está desesperada por hablar, por contar cómo pasa este tiempo extraño”, comenta la “Rubia”.
Los tres administradores muestran sonrisas anchas y gestos de satisfacción cuando se les pregunta qué significa para todos ellos la posibilidad de juntarse en medio de la cuarentena. “Ha sido una sorpresa. Algo que fue muy bien aprovechado por todos. Además, muchas veces nosotros hacemos silencio y los que hablan son los más nuevos, amigos que se van sumando y que cuentan sus experiencias. Entre todos vamos aprendiendo mucho sobre los cuidados que tenemos que tener”, dice “Mel”. Y el “Sebas de Alberdi” levanta la mano para contar que “también hablamos sobre las noticias falsas y compartimos información oficial”.
La gente pone música. Sin abandonar el sillón, allí en el comedor o en el living. Los más aventurados salen desde sus dormitorios, tirados cómodamente en la cama. Algunos bailan, otros están quietos y miran, hay quienes toman bebidas, infusiones. Pasa de todo en “los reventones virtuales”.
“Cuando hayamos superado al virus y nos podamos juntar otra vez, vamos a volver a hacer una gran convocatoria. Sin embargo, esta posibilidad de vernos las caras es impagable”, opina el “Sebas de Alberdi”.
Las fiestas se promueven por WhatsApp, pero ocurren en la plataforma Zoom. Los administradores difunden en distintos grupos y a determinada hora se empiezan a encender las cámaras. Los rincones de Córdoba se van conectando y las distancias se achican.
Un grupo que funciona en buenas y en malas
No todo es fiesta, hay historias fuertes que se comparten.
No todo es broma durante la cuarentena. Hay historias profundas en “Juntadas Whatsapperas Córdoba”. “A mí me diagnosticaron cáncer. Fueron ellos quienes estuvieron a mi lado. Me sostuvieron, me acompañaron y me dieron ánimo de manera constante. Fueron mis amigos y mi familia. No son personas que aparecen de vez en cuando, acá hay lazos muy fuertes”, relata “la Rubia”.
Pero no todas son buenas noticias. “Como en todo espacio social, hay peleas y problemas. Algunos de esos problemas que se fueron ocasionando han llegado a ser difíciles de saldar. Pero queremos mucho a este espacio y por ende lo cuidamos. Así que siempre salimos adelante”, explica Sebas. Los chicos cuentan los días para volver a juntarse en un mismo sitio. “Sin embargo, esto ha sido fantástico. Estamos juntos, a pesar del aislamiento”, concluye el joven.
Con los administradores. Un diálogo en La Voz con los chicos que manejan los grupos. (Ramiro Pereyra)
La nota que nunca quisiera escribir. Estoy devastada. Durante años compartimos escritorio, mesas de radio y algún que otro programa de televisión. Mario generaba buen clima, mantenía la batuta y hacía que cada uno diera lo mejor de sí. Una gran persona. Con él se podía contar siempre.
Su mirada aparentemente despistada envolvía una sagaz observación de todo lo que pasaba y de los protagonistas de lo que pasaba. Matizaba con humor cada situación. Se atropellan en mis recuerdos escenas desopilantes. Van sólo dos anécdotas a modo de muestra.
Estábamos en la redacción de Página en la calle Belgrano. Mario atiende el teléfono fijo y era su mamá, poseedora de esa tragedia judía agudizada con los años.
–Marito te llamo porque me voy a suicidar, no da para más.
–Mamá, ¿tenés algún problema de papeles? Yo soy tu hijo abogado sino llamá a mi hermana que es tu hija psiquiatra.
Otro día contaba que estaba escuchando a Victor Hugo en la radio y empieza a comentar uno de sus artículos en el diario. La grandilocuencia de VH para describir sus dotes de periodista lo apabulló:
–Me miré al espejo y pensé: ‘¡¿Qué me pongo?! No sabía cómo hacer para estar a la altura de semejante halago.
Le decía “Hola Doc” cada vez que hablábamos. Era una forma de rescatar su otra profesión, el abogado que siempre lo acompañaba para analizar los temas de Justicia y derechos humanos con una minuciosidad impecable.
Disfrutaba en el trabajo y lo hacía sentir. Le gustaba hablar con todos y todas, En una Argentina menos polarizaba los años que estuvo a cargo de Política en Página hablaba y hablaba con dirigientes de todo pelaje. Apreciaba a muchos, era contemplativo pero sabía marcar con maestría desvíos y renuncios.
Guardo la imagen de su diálogo con Laura Vales, la compañera que había cubierto la represión en puente Pueyrredón. El asesinato de Kosteki y Santillán que ella describió y él corroboró en una cobertura inolvidable.
Lo vamos a extrañar. Siempre nos va a acompañar su agudeza, su calidad humana y su ternura.
Hace muy poco nos juntamos para charlar sobre un programa de entrevistas que habían pensado junto a Melisa Molina para sumar a la web del diario. Discutimos contenidos, escenarios, nombres de posibles entrevistados y hasta barajamos posibles títulos para el programa. Finalmente elegimos Después del cierre y con ese nombre se inició el ciclo que inauguró Jorge Taiana y continuó Paco Olveira, y que puede verse en el portal del diario.
Pasamos esa mañana entre risas, recuerdos y anécdotas compartidas durante tantos años de trabajo en común. Yo lo chicaneaba con que había llegado tarde al kirchnerismo y él me respondía que lo mío era peor, porque había llegado tarde al peronismo: “Ustedes, los troskos, están más lejos de lo nacional y popular que China de Estados Unidos”, me decía mientras me acariciaba la mejilla con aire paternal.
Cuando leí su libro Kirchner, el tipo que supo, lo llamé para decirle que me había ayudado mucho para recordar situaciones vividas con Néstor y para ordenar mis ideas sobre ese periodo tan intenso que juntos disfrutamos desde el diario.
Esa conversación fue un domingo en que nuestro querido River, pasión que compartíamos con Mario, jugaba un partido importante, así que nos prometimos que si la banda roja ganaba, repetiríamos la charla como cábala ante cada encuentro trascendente.
Pero River perdió y al otro día convinimos que nunca más nos llamaríamos en día de partido.
Ayer, mientras pensábamos junto a Ernesto Tiffenberg con qué título iríamos hoy a la tapa, ambos recordamos la vida y la obra, y en eso estábamos cuando Ernesto disparó: “Ya lo tengo, pongamos Mario, el tipo que supo”. Creo que Ernesto acertó para siempre.